Maternidad, Bonito Aprendizaje.

DestacadoMaternidad, Bonito Aprendizaje.

Primer domingo de mayo, día de las madres. Este año las circunstancias son especiales, atípicas totalmente. No hay besos ni abrazos, pocas flores y mucha distancia, demasiada, más de la que debería haber entre dos corazones que estuvieron en el mismo cuerpo, que compartieron la misma sangre.

Felicidades a todas las madres, felicidades porque el camino es difícil, porque no hay señalización, a veces vamos a ciegas, lo que ocurre es que el cariño es un buen gps y siempre te va acercando al camino más adecuado, pero de vez en cuando hay que “actualizarlo”.

Una madre tiene la misión más difícil del mundo, que es dejar caminar por la vida, mostrando a sus hijos lo que les hará felices, enseñándoles a navegar en buena dirección, y a buena velocidad. Una madre te anticipa dónde está la piedra con la que pueden tropezar, e incluso a veces tropieza ella misma por sus hijos. Pero antes o después, una madre sabe que si no aprendes a evitarlo, tendrás que tropezar por ti mismo.

Hoy quería hablaros de uno de los problemas más comunes que nos encontramos en consulta, que nacen del amor más profundo, pero que impide que los hijos se desarrollen como personas libres, responsables y autónomos, que puedan poner en marcha sus propias capacidades y hacerse fuertes: la sobreprotección.

Y sorprendidas madres me preguntan:

¿Pero cómo va a ser malo que yo no quiera que le pase nada malo a mi hijo/a?

Lo primero que yo les digo a esas madres es que la intención está llena de amor, y que ese amor es incuestionable, pero que quizás esta manera de transmitirles ese amor a sus hijos puede conllevarles ciertos problemas en el futuro.

Ninguna de las familias llega a consulta porque dicen tener un problema de sobreprotección. Generalmente la sobreprotección conlleva a dos tipos de problemas (a groso modo) que son los que nos llegan: hijos que no asumen las responsabilidades de sus actos ni aprenden de sus errores, e hijos con muchos problemas de seguridad en sí mismos.

Dentro de los que no asumen responsabilidades nos encontramos a personas que, problema tras problema, siguen cometiendo los mismos errores, sin importarles mucho quien sufra, incluso sean ellos mismos los que sufren. Buscan el disfrute inmediato, se vuelven egoístas y no ven más allá de lo que les interesa. Esta circunstancia está muy relacionada con los problemas de adicciones, el consumo a pesar de los problemas que trae consigo en las primeras fases, hasta que se ve envuelto en la pérdida de control. Muchas veces detrás de ese comportamiento de problemas, de falta de responsabilidad, de inmadurez, falta de compromiso, etc., nos encontramos a unos padres que tratan de paliar las consecuencias negativas de los actos que comete su hijo, tratan de “salvarlo”, pero mientras lo salvan se hunden ellos, buscando el alivio entran en una espiral cada vez más profunda en la que su hijo se pierde sin remedio. Y se va perdiendo la familia al completo, porque solo cuando el hijo soporta las consecuencias de sus actos puede aprender de ellos, si lo sufre, no querrá sufrirlo en el futuro, y eso hará que cambie, pero si son sus padres los que lo sufren por él… poco le importará que pase de nuevo. Para él el disfrute y que lo arreglen otros.

El otro tipo de problemática que trae la sobreprotección es la inseguridad. La falta de confianza en uno mismo tiene un amplio abanico de manifestaciones. Vemos a jóvenes incapaces de afrontar solos situaciones que supongan retos importantes, les cuesta despegar, dudan de todo y de todos, siempre a la retaguardia, se atreven si alguien les acompañan, no se ven en este mundo de manera independiente. Esto le trae problemas a la hora de relacionarse con los demás, dificultades a la hora de tomar decisiones y cualquier cosa que implique escucharse a sí mismo. La autoestima se queda pequeñita en medio de una tormenta en la que la persona quiere hacer pero no tiene fe en sí mismo, porque siempre lo hicieron por él. Los hijos sobreprotegidos que son inseguros son como un pájaro que se mantiene en la rama del árbol bloqueado por el miedo a que la rama se rompa, y todo porque confía más en la rama que en sus propias alas, ¿sabéis por qué? Porque nunca voló con ellas.

La sobreprotección también se da por parte de los padres, pero tengo que decir, en honor a la verdad, que en mi experiencia, la mayoría de los casos son las madres las que son más protectoras, quizás por una cuestión relacionada con que las mujeres son algo más emocionales.

Creo que no está lo suficientemente estudiado, pero seguro que el abrazo de una madre hace que algo cambie en nuestros niveles de neurotrasmisores, nuestras hormonas y todo eso lleve a cambiar nuestra calma en un instante.

Porque no hay huracán que no apacigüe el olor de una madre.

Porque ella es ella, y siempre será.

“Quiero regalarte una sonrisa

que colme de luz tu corazón,

quiero regalarte un abrazo

y con él, todo mi amor.

Quiero que me mires a los ojos

Y que en ellos también te mires tú;

mamá, eres para mi tan importante

que el mundo a veces…

somos tú y yo.

Tus brazos siempre se abrían cuando quería un abrazo.

Tu corazón comprendía cuando necesitaba a una amiga.

Tus ojos tiernos se endurecían cuando me hacía falta una lección.

Tus fuerzas y tu amor me guiaron y me dieron alas para volar.

Mi madre encuentra la felicidad cuando yo la encuentro.

Cuando yo vivo algo hermoso, lo vive a través de mi experiencia.

Mi madre reza por mí, incluso cuando yo sólo rezo por mí mismo.

Mi madre me daría el mundo entro si fuese capaz. Gracias mamá”.

(Anónimo).

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Ana Bella Vázquez Gento, Psicóloga de ciMa Atención Psicológica Huelva.

640563584 – cimapsicologia@gmail.com

Artículo publicado en Diario de Huelva el 02/05/2.021.

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Carta a COVID.

DestacadoCarta a COVID.

Querido COVID:

Te escribo desde el confinamiento que llevamos desde hace algo más de un mes, con la previsión de que se alargará al menos 15 días más, y con la seguridad de que cambiarás nuestras vidas durante un largo tiempo. Y lo hago porque existe la necesidad de encauzar todas estas emociones. Tengo que decirte que estamos realmente enfadados contigo, y creo que nuestros motivos son muy justificados para estarlo. ¿Sabes por qué? Has llenado nuestras vidas de incertidumbres, y las has vaciado de besos, abrazos, costumbres, risas, comidas y momentos. Nos has arrancado muchísimas cosas, a nosotros, que nos creíamos dueños y señores del mundo y de la vida. Has venido a sacarnos de nuestras comodidades, de nuestros trabajos, nuestras vacaciones, nos has quitado nuestros ritos, no podremos vivir nuestras estaciones de penitencia, no podré coger las manos de nuestros hijos para ir a pedir cera, las competiciones no terminarán, todo se ha congelado. Has dejado tantas historias interrumpidas…

No hay fiestas, ni de cumpleaños, ni de ningún tipo, porque no pueden existir invitaciones. La muerte no sólo llega de tu mano, la guadaña sigue actuando por las causas de siempre. Hay duelos rotos por todos lados, sin despedidas, sin tocar su piel por última vez, y todo eso sin poder recibir abrazos ni consuelos, si es que los hubiera.

Y es que sólo son dos meses, pero te das cuenta de que pueden pasar tantas cosas en solo dos meses… que asusta la inmensidad de la vida.

Estamos muy enfadados Covid, mucho, ha llegado un momento en el que ya no podemos decirles a nuestros hijos si podrán volver a ver a sus compañeros de la guarde, que no sabemos si volverán a ver a su “seño”, la que nombran por las mañanas. Tienes a nuestros jóvenes enfrentando la dureza de no estar con sus amigos y sin saber qué va a pasar con su futuro, imagino a los chicos de selectividad, ellos también están enfadados, tienes que saberlo.

Algo me preocupa más, y es cuando el enfado pierde fuerza, entonces se convierte en tristeza, y es lo que están sufriendo todos esos abuelos cuya chispa son sus nietos, que deseaban los momentos de oír sus voces entrando por las puertas. No se si lo sabes Covid, pero la pantalla de un teléfono es una puerta muy pequeña para todos.

También nos ha fastidiado que nos quites libertades que nos encantaban, como ir tranquilos a un supermercado, un paseo por la playa, un café con amigos, domingos de campo, un paseo en moto, ver a nuestros hijos disfrutar del parque, comer en familia o la seguridad del sueldo ganado con nuestro trabajo.

No vamos a perdonarte la preocupación que tenemos sobre nuestros mayores, que en muchos casos están solos, por miedo de ellos, y miedos nuestros, porque tiene que ser un peso muy grande perder al abuelito porque me descuidé y te llevé a su casa. Y es que es tan fácil llevarte de un sitio a otro…

No te perdonamos las lágrimas que hemos visto, de impotencia, de necesidad, de amor, de distancias, porque tratamos de matarte a un metro y medio, pero a esa distancia estamos muriendo nosotros.

Pero lo que no vamos a perdonarte nunca es que hayas quitado el abrazo de padres, de hijos, que nos hayas quitado su olor, su calor y su tacto, que no nos dejes ir a verlos, que no podamos recargarnos con la energía de la que fue nuestra casa, que no podemos sentir la magia que sólo nos da esa casa, y que ahora tanto nos falta.

Y aunque suene extraño, también queríamos darte las gracias. Porque llegaste tú para reclamar el equilibrio que el planeta necesita. Llegaste tú y colocaste la impetuosa mano del hombre entre cuatro paredes, para que la Tierra pudiera respirar, para que el mar pudiera volver a ser azul, los animales recuperaran terreno y el cielo dejara de estar tapado por la contaminación, ese manto gris.

Además, nos has “regalado” tiempo, encerrados, pero tiempo. En estas circunstancias sólo nos queda nuestra casa, y digo solo porque la realidad nos da en la frente para decirnos que lo realmente importante está en esa casa, nuestra familia, nuestra salud y nuestras necesidades tienen que estar cubiertas en esa casa. Solo nos queda nuestra casa, pero es que nuestra casa lo es todo, o debería serlo. Y en esa casa, y con ese tiempo, han vuelto los juegos en familia, las horas de lectura, pinturas olvidadas, sonidos de instrumentos guardados, imaginación para hacer deporte, y sobre todo, la conversación con uno mismo.

Qué pena que hayas tenido que venir tú para enseñarnos eso Covid.

Y somos privilegiados, porque has atacado a gente que lo único que quieren es ir a ese templo, su casa, y no pueden porque les ahogas, y luchan por sus vidas en hospitales. Y además, querido Covid, nos hemos dado cuenta de que has nivelado las cosas, y ahora todos parecemos un poco más iguales, porque no importa el coche que tenga en tu garaje, cómo de poderoso sea o las cifras en su número de cuenta, ya que si tú lo atrapas… es tan vulnerable como cualquier otro. De pronto has venido a demostrar que cualquier cuerpo es una posible diana que puedas llevar a la muerte, sin importarte su apellido.

Eres invisible, temible e imprevisible, tienes un impresionante ejército, pero no contabas con el nuestro, pues tenemos unos soldados con batas blancas que están demostrando ser una tropa con una calidad humana, una solidaridad, una valentía y una fortaleza impresionantes, que tenemos que cuidarlos y cuidarnos, porque…

 ¿Sabes qué Covid?

Que esta batalla la vas a perder.

Te la vamos a ganar.

 Y cuando te ganemos, nos GANAREMOS.

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Ana Bella Vázquez Gento, Psicóloga de ciMa Atención Psicológica Huelva.

640563584 – cimapsicologia@gmail.com

*Artículo publicado en Diario de Huelva el 20/04/2.021.

Convivencia en Tiempos de Confinamiento.

DestacadoConvivencia en Tiempos de Confinamiento.

Llevamos tres semanas de confinamiento en casa, y ahora sabemos que tendrá que alargarse al menos dos semanas más. En el mejor de los casos algunos de los miembros salen a trabajar, a hacer las compras o sacar al perro. Aun quitando estas excepciones, son muchas horas las que se están pasando en casa con el resto de miembros de la familia. Cada casa es un mundo, algunos estarán solos, otros conviven en pareja, otras familias tienen hijos pequeños, otras tienen adolescentes y otras tendrán hasta el suegro o suegra en casa.

A lo largo de nuestra vida vamos llevando a cabo estrategias para poder equilibrar nuestro estrés, mantener a salvo nuestras relaciones e incluso para estar mejor con nosotros mismos. Y muchas de esas estrategias tienen que ver con salir de casa. De hecho, una de las estrategias más usadas en terapia de pareja es la llamada “tiempo fuera”, que no es más que irme a dar una vuelta cuando la discusión con la pareja se me va de las manos y la persona, para prevenir descontrol, sale a dar una vuelta a la manzana. Claro que en este estado de confinamiento que nos encontramos es una irresponsabilidad y además puede hacer que volvamos a casa con un regalito en forma de multa nada apetecible.

Socializamos, damos paseos, algunos calman su ansiedad con el deporte, vamos de compras, comemos fuera los fines de semana, vamos con los niños a los parques, nos reunimos en familia, viajamos… todo esto nos ayuda a equilibrarnos, nos ayuda a encontrar nuestro bienestar psicológico y emocional, y ahora no podemos hacerlo. Todo aquello que se hace fuera de casa para sentirse mejor ya no se puede hacer, con lo cual se están acumulando muchas emociones negativas y situaciones conflictivas sin poder recurrir a ese “escape” al que se está acostumbrado, y esto puede afectar mucho a las relaciones en casa. Es por eso mismo que os traigo algunas recomendaciones que se pueden llevar a cabo en casa para mantener la paz y el buen ambiente para que la convivencia sea buena para todos, ya que tenemos que estar confinados, hacerlo con una buena convivencia.

En primer lugar, es muy importante tener un equilibrio entre el tiempo que se pasa en familia y el que se pasa con uno mismo en soledad, si estamos acostumbrados a tener espacios en soledad en circunstancias normales no podemos pasar a estar absolutamente todo el tiempo en familia, porque produciría sensación de agobio y ganas de huir. Sin embargo, es bueno pasar algunos momentos en soledad, dedicarse tiempo a uno mismo. Igualmente tampoco es bueno aislarse y pasar demasiado tiempo a solas, ya que las relaciones sociales y emocionales (en este caso con nuestros familiares) nos aportan cosas positivas como el cariño, compartir cosas, juegos, risas, conversaciones, etc. Por eso lo fundamental es encontrar el equilibrio entre pasar tiempo en familia y hablar contigo mismo en soledad.

Otro aspecto importante que puede ayudar a una buena convivencia es gestionar los conflictos de manera adecuada. En la situación en la que vivimos no nos viene nada bien enfadarnos y llevarnos tres días sin hablar con la pareja, así que tenemos que tratar de resolver los conflictos que tengamos, y cuanto antes mejor, pero no de cualquier manera, porque si una discusión te altera mucho es mejor tomarse un descanso de unos diez-quince minutos y continuar después. También ayuda mucho la NEGOCIACIÓN, cada vez uno elige algo (programa de la tele, videojuego, comida, tarea del hogar, etc.) dentro de lo razonable en las responsabilidades, y los demás ceden, pero con la condición de que todos los miembros de la familia elegirán algo y el resto cederá. La negociación funciona muy bien porque los miembros ceden porque en otro momento conseguirán lo que quieren, y esto provoca el equilibrio, todos los miembros se sienten con la misma importancia.

Ojo con las limpiezas, si bien muchos hogares están aprovechando el confinamiento para hacer la limpieza del año, no es bueno establecerlo como una prioridad absoluta, se trata de que a lo largo del día se hagan cosas tanto de responsabilidades como aficiones. Si pasamos la semana con la limpieza descuidamos ese equilibrio de obligaciones/devociones tan importante para el bienestar psicológico (a no ser que te encante limpiar). Por eso es importante estructurar los días y hacer un poco de todo, mis obligaciones de convivencia y de la casa, pero también planificar mis momentos del día haciendo cosas que me gusten, que me distraen y me entretienen (leer, pintar, tocar algún instrumento, jugar a algo, ver películas o series, escribir, etc).

Vamos a pasar mucha cantidad de tiempo de casa, pero tenemos que tratar de convertirlo también en tiempo de calidad. Ya vendrán tiempos de estar lejos de los nuestros, de estar trabajando hasta tarde, ya vendrán los “ahora no puedo”, los “tengo prisa, después hablamos”, los “comemos cualquier cosa”, etc. Aprovechemos esta obligada oportunidad para los “cuéntame que te pasa”, “qué te apetece hoy”, “vamos a ver las fotos de la boda”, “hijo, hoy jugamos a lo que quieras”, “hace tiempo que quiero cocinar esta receta…”, y si pensamos, mil cosas más que sólo podemos hacer si paramos la inercia frenética que llevamos, que desgraciadamente volveremos a ella, esperemos hacerlo con la experiencia vivida de que nuestro mayor tesoro lo tenemos en casa.

Hay que estar en casa, elige si sufrirlo o disfrutarlo. 

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Ana Bella Vázquez Gento, Psicóloga de ciMa Atención Psicológica Huelva.

640563584 – cimapsicologia@gmail.com

*Artículo publicado en Diario de Huelva el 04/04/2.021.

¿Cómo afrontar el aislamiento por Coronavirus?

Comprender la situación. Las indicaciones del estado de alarma y las recomendaciones generales las sabemos al dedillo, puesto que no paran de informar de ellas por los medios de comunicación. Tenemos por delante una cantidad de tiempo incierta en la que vamos a estar con limitación de tránsito, teniendo que estar en casa, cambiando nuestras costumbres, y con miedo al contagio. De momento sabemos que serán 15 días, pero es más que probable que esos 15 días tengan que alargarse por más tiempo.

Imagen de ecestaticos.com

No sólo han cambiado nuestras costumbres, se ha restringido nuestra libertad. Pero tenemos que ser comprensivos y conscientes de que está más que justificado, pues el bien para todos es quedarse en casa, y evitar así un colapso de los servicios sanitarios.

Dicho esto, ya sabemos pautas de limpieza, de tránsito y demás, pero ¿qué podemos hacer para llevar mejor la situación de aislamiento?

Una situación especial de aislamiento es cuando se tienen menores de edad en casa, cuando son muy pequeños les resulta difícil comprender por qué no hay guardería o colegio, por qué no se puede ir al parque o simplemente por qué mamá o papá no van a trabajar. Lo importante es intentar adaptar la información a la edad que tiene el menor, asegurarnos de que lo comprende, pero sin ser excesivamente detallistas, puesto que los pequeños de la casa para lo que no comprenden buscan explicaciones en su imaginación, y esto puede ser peligroso. Para asegurarnos de que lo hayan entendido podemos preguntarles o pedirles que se lo expliquen a otro familiar, a un muñeco, al perro, etc.

Cuando son niños de edad más avanzada, a partir de los 5 años, tenemos que atender a la situación desde la calma, tener mucho cuidado de la manera que hablamos sobre el virus, puesto que somos el espejo en el que se miran, y si actuamos con descontrol, podemos favorecer que tengan ansiedad y miedo sobre la situación.

Los primeros 14 días serán claves, puesto que será en este tiempo cuando comiencen a aparecer la sintomatología del virus que pudo ser transmitido antes del aislamiento. Lo que nos han dicho es que estemos en casa, que salgamos lo imprescindible y que nos observemos, pero cuidado con observarse demasiado. El miedo ante lo desconocido y ante lo incontrolable hace que mecanismos irracionales se pongan en marcha, comencemos a notar síntomas y entremos en pánico. Hay que tener bien claro que la sintomatología preocupante del COVID-19 consta principalmente de: Tos seca, fiebre alta y persistente (por encima de 38 grados) y dificultad para respirar. La mente es muy poderosa, y ante niveles altos de ansiedad se produce un efecto que se llama “somatización”, por el cual nuestro cuerpo empieza a experimentar síntomas debido al nivel alto de ansiedad, como por ejemplo hiperventilación (con sensación de ahogo), problemas digestivos de cualquier tipo, taquicardia, o incluso febrícula. Hay que estar pendientes más que de los síntomas, de la evolución que tienen, y si nos encontramos en situación de duda con otro problema de salud, ponerlo a prueba de la siguiente manera para no dejar que la ansiedad gane la batalla: ¿qué otra explicación tendrían mis síntomas que no estén relacionados con el coronavirus? ¿he tenido contactos de riesgo? ¿estoy focalizándome mucho en mis síntomas y los estoy amplificando? Busca una medida objetiva de los síntomas, por ejemplo, si mi termómetro marca 37 grados son 37, no depende de cómo yo los interprete. Hay que evitar el continuo escaneo de nuestro cuerpo.

Evitar la sobreinformación, y si quieres estar informado, trata que sea por fuentes oficiales.

Ahora mismo hay un bombardeo de información, además es una información que se actualiza cada poco tiempo. En nuestro país la curva va en ascenso, y hace que se tenga el alma en vilo pues contagios y fallecimientos van subiendo en cada actualización. Hay que evitar pasar todo el día pendientes de cada actualización, pues crea sensación de impotencia y miedo. Evitar también en la medida de lo posible, el creer y dar difusión de noticias relacionadas con la pandemia de fuentes poco fiables.

Nuestro estado psicológico y emocional también irá evolucionando y cambiando a lo largo del período de aislamiento. Al inicio será un período de adaptación, será relajado e incluso descansaremos lo que habitualmente no podemos por cuestión de trabajo, responsabilidades, etc. Pero esta situación de inicio cambiará, y las horas pesarán mucho si no hacemos algo para manejar todo este tiempo.

Organiza el día. Puede ser útil escribir en un folio una lista de cosas que se puede y/o quiere hacer. De hecho, se pueden confeccionar dos listas, una de cosas que hacer en la casa, esas pequeñas cosas que siempre vamos dejando porque no tenemos tiempo (ordenar los armarios, limpieza de zonas concretas, pequeños arreglos, etc.), y otra lista de actividades agradables y de relajación como leer un libro, ver esas películas o series archivadas para momentos en familia, pintar, escribir, o tocar ese instrumento que tenemos abandonado.

Mantén tu mente ocupada, desafíos mentales. Algunas personas estarán haciendo teletrabajo, es importante mantener un horario y una exigencia sobre el trabajo que se haga en casa. También ayuda el simple hecho de vestirse y no quedarse en pijama mientras se trabaja. Si no puedes trabajar desde casa y sigues yendo a tu lugar de trabajo, hay que aprender a manejar la ansiedad que puede despertar la situación de estar exponiéndose constantemente al exterior y volver a casa, sobre todo en el caso del personal que trabaja en los servicios de salud.

Si eres de los que ya no puede ni teletrabajar ni salir a trabajar, es importante encontrar actividades en las que se pongan en práctica actividad cognitiva, que supongan un desafío para seguir entrenando nuestro cerebro y mantenerlo activo, pueden ser simples como la lectura o más activos como hacer sudokus, estudiar alguna materia que tengamos en casa, practicar inglés o repasar cosas relacionadas con nuestro trabajo. En la era de la tecnología en la que vivimos tenemos muchos recursos para esto, aplicaciones móviles, vídeos y recursos en internet, etc.

No descuides tu cuerpo. Generalmente tenemos algo de actividad, pero con esta reclusión nuestros músculos pueden atrofiarse y aparecer lesiones. Por eso tenemos que tratar de hacer alguna actividad física dentro de casa, por ejemplo, caminando por la casa si es posible, ejercicios con pesas (o paquetes de comida de 1 kilo). También es una buena opción hacer actividades aeróbicas o de estiramiento siguiendo vídeos de los que tenemos en las plataformas digitales, que hay para elegir.

Aprovecha para disfrutar los momentos de los que no puedes cuando estás trabajando. Creo que lo más importante que tenemos que tener en cuenta es que siempre podemos buscar el lado bueno de todas las circunstancias que nos rodean, y en este caso tenemos que sacarle partido a tener que estar en casa recluidos durante un largo período de tiempo, así que tendremos que intentar darle la vuelta y disfrutar de lo que normalmente no podemos. A veces escuchamos en consulta las lamentaciones por problemas familiares por no poder pasar tiempo juntos, la tristeza de llegar a casa, ver ya a los niños durmiendo y no disfrutar ningún momento con ellos. Si estamos en familia podemos aprovechar la situación para hacer todas esas cosas que no podemos hacer, jugar con los niños, estar todos juntos, ver películas, etc.

Si miramos más partes positivas encontramos que podemos cuidar más nuestro descanso, no tenemos que madrugar, aunque es importante fijar una hora prudente para despertarnos cada día, y así no modificar nuestros ritmos circadianos, que puede traernos otros problemas.

Siempre nos quejamos del tiempo que no tenemos, lanzamos al aire y a la imaginación las cosas que querríamos o podríamos hacer si tuviéramos tiempo, como cocinar ese bizcocho que llevamos con la receta guardada 2 meses, pintar esa habitación que siempre queda en el olvido, o arreglar ese cajón desastre del mueble del salón en el que metes todo lo que no sabes dónde poner.

Esta es una magnífica oportunidad para dedicarnos a nosotros mismos, a nuestra familia, a nuestra pareja. Es una oportunidad para acercarnos más, para hablar de esas cosas de las que no hablamos cuando tenemos prisas, de darnos cuenta de que las personas con las que convivimos son nuestro mundo, el mundo que elegimos que nos salva del otro mundo.

Este es el momento de darnos cuenta de que nos tenemos, y podemos disfrutarnos.

De hacer mil planes para cuando todo esto termine.

Pero para poder SEGUIR, tenemos que PARAR.

#YOMEQUEDOENCASA

Este es Tu Espacio de Psicología, si quieres que hablemos de algún tema que te preocupe o del que quieras saber más contacta conmigo a través de mi email.

Ana Bella Vázquez Gento, Psicóloga de ciMa Atención Psicológica Huelva.

640563584 – cimapsicologia@gmail.com

*Artículo Publicado en Diario de Huelva el 17/03/2.020.

Respuesta a «Buzón abierto 1».

Respuesta a «Buzón abierto 1».

Después de algún tiempo que se haya publicado la petición de ayuda en nuestro BLOG, seguimos recibiendo a través de nuestro email respuestas para nuestro «padre coraje». En concreto, hemos querido publicar uno de esos emails que contiene una carta de apoyo para él.

Querido amigo:

Sé que estás pasando por momentos muy difíciles, es muy duro aceptar que ya no formas parte de la familia en la que habías depositado tantas ilusiones y esperanzas, y eso duele, ya no puedes ver a tu hija ni disfrutar de su compañía como antes, y eso duele, y el miedo a los acontecimientos futuros, esa incertidumbre, atenaza tu corazón; por no hablar de que el trato con «ella» se ha vuelto difícil, trabas para llegar a acuerdos, comentarios malintencionados llenos de reproches y rencor que te hieren profundamente y desestabilizan la poca calma con la que intentas afrontar la situación.

Pero esto no durará eternamente, todo cambiará, y de tu comportamiento en el presente depende el devenir futuro.

No puedes cambiarla a «ella» ni lo ocurrido hasta ahora, pero sí puedes modificar tu conducta, así que hay que empezar a hacer las cosas bien.

Toca ser un tío, un tío con valor, un hombre de los que se visten por los pies, con la cabeza fría para tener calma y serenidad en los momentos difíciles, con la frente bien alta con el orgullo de hacer lo correcto.

Toca olvidarte de ti y de «ella», eso murió, toca velar por el bien de tu hija, y eso significa decirle a esa niñita asustada por los cambios, que no se preocupe, que papá y mamá la quieren por encima de todo, que siempre estarán ahí para ella, y tendrás que hacerlo por mucho que «ella» te martirice. Y tocará tragarte las lágrimas de pena, rabia y frustración delante de tu hija, porque ella no tiene la culpa ni es responsable de las decisiones de sus mayores y ellos son su guía en este mundo, aunque «ella» cojee, mantén tú la guía.

Toca aprender a cumplir acuerdos aunque te disgusten o te indignen, ser objetivo y ecuánime ante los reproches, para mantener el objetivo principal que no es más que tu vida y la de tu hija.

Toca hacer las cosas bien, ser paciente, muy paciente.

Toca rehacerse, reaprender, ser responsable.

Y nada de esto es por ti, tú ya no importas, nada de esto es por «ella», «ella» ya no importa, todo es por tu hija y como beneficiario subsidiario estarás tú, lleno de orgullo y con la conciencia tranquila. No puedes obligar a nadie a pensar o a actuar de modo diferente al que deseen o se vean forzados, tú ya no puedes jugar a ese juego, la custodia es de «ella», «ella» educa, no puedes pensar en cómo hacer o qué decir para que «ella» haga o diga esto o lo otro, y a pesar de que esa forma de actuar es de dudosa moral, ya paso, las reglas han cambiado.

Pero sí puedes ser ejemplo y guía, puedes resurgir de las cenizas con un objetivo de enorme nobleza en mente, sacrificar ese orgullo que nace del rencor por el bien de tu hija, cambiar de actitud.

Puedes ser cariñoso, correcto, respetuoso siempre, firme cuando toque, tener la mente clara, las ideas claras y el pensamiento positivo.

Puedes ser solución en lugar de parte del problema.

Toca abonar el campo con lo correcto que hay en ti, regarlo con tu cariño, así, en un futuro, puede que obtengas una buena cosecha, si no lo haces es casi seguro que todos tus seres queridos sufran.

En los años que llevo trabajando me he encontrado con muchos menores perdidos en sus vidas, con problemas graves de conducta, un alto porcentaje de ellos son fruto de familias desestructuradas, con diferencias irreconciliables muy mal gestionadas, en las que los hijos han sido testigos incluso armas en y de las disputas de los adultos.

Por el contrario hay un pequeño pero honroso porcentaje de familias en las que los dos progenitores, uno de ellos se ha mantenido firmes, indiferente a los desmanes de su ex pareja, en una postura de firme cordura, ofreciendo una educación cabal en la medida de lo posible al menor. Esta pose de estoicismo casi heroico frente a los desmanes de «ella» hace, en ocasiones, que el menor, al tener edad para ello, decida alterar el régimen de custodia y residir con el otro progenitor, es decisión del menor, pero está ganada a pulso por el progenitor.

Llámalo karma, llámalo justicia poética, pero lo cierto es que el tiempo acaba poniendo a todo el mundo en su lugar.

En resume, tu hija es la luz al final del túnel, lo que ocurra a partir de ahora depende del filtro que le pongas a esa luz. Y la diferencia de lo que ocurra la marcas tú, lo que hagas a partir de este momento marcará el futuro, y tu dolor no es más que un residuo que hay que tragar, gestionándolo, para luego desecharlo asimilando la enseñanza que te haya aportado.

«Sólo» has de ser un buen padre, un buen hombre, un caballero y un tío con valor para conseguirlo.

Nadie tiene por qué agradecerte nada, sólo estás cumpliendo con tu deber, hablarán, dirán, y eso te ha de dar igual, ser el que se acuesta por las noches con la conciencia bien tranquila, con el íntimo orgullo del que hace las cosas bien, con cariño, respeto, firmeza, fortaleza y sobre todo responsabilidad.

Sé un hombre, sé un caballero, compórtate y la vida te sonreirá.

Si queréis hacer una petición de ayuda podéis rellenar nuestro formulario de manera anónima aquí.

Buzón abierto 1.

Buzón abierto 1.

A continuación publicamos una de las peticiones de ayuda que nos ha llegado a través del formulario que tenéis en nuestro BUZÓN.

A ver si entre todos podemos ayudarle o reconfortarle de alguna manera.

«En primer lugar buenas tardes.

Les escribo a este buzón porque estoy desesperado, pasando la peor época de mi vida. Tengo una niña de 11 meses, su madre y yo no estamos casados. Ella ha decidido poner fin a la relación y empezar una nueva vida junto a otra persona. No tengo ningún problema con eso, es decir, no lo estoy pasando mal por que me haya dejado, lo estoy pasando mal porque se ha llevado a la niña con ella a casa de sus padres, los cuales ya son mayores, y aunque no digo que no traten bien a la niña, yo sigo siendo su padre, y debería ser yo quien se ocupase de ella tanto o más que ellos. Mi ex me deja a la niña los días que a ella le conviene, yo soy el que se ocupa de todos los gastos de la niña, sin embargo tengo que andar mendigándole que me la deje. La niña siempre ha sido más padrera, para todo me buscaba, y ahora a mi los días sin ella se me hacen eternos, tristes y fatales. Mi abogado me dice que sólo podemos esperar al juicio para la custodia, que si mientras mi ex no quiere aceptar ningún régimen de visitas no tiene por qué hacerlo. Ella está agotando todos los plazos para que el juicio sea lo más tarde posible, y yo estoy desesperado. Ya no sé que hacer para no sentirme tan desgraciado e indefenso.

Muchas gracias, por lo menos me he liberado.»